lunes, 5 de enero de 2009

Mutación versus permanencia


Un filósofo griego (no me pidáis recordar su nombre ahora) dijo que "sólo el cambio perdura". Bueno, quien dice perdura dice prevalece... No recuerdo la cita exacta, aunque para ser rigurosos tendría que remontarme a la frase original en griego y toda la pesca. Los traductores también innovan.

Supongo que nadie pone en duda que la afirmación es cierta per se. Sobran las especulaciones pero, puestos a tirar del hilo, la inmutabilidad supone una permanencia, un orden temporal de las cosas y eso está a todas luces entrópicamente desfavorecido. No solo el universo y la naturaleza vistos desde una perspectiva abstracta cambian, también nosotros. O mejor, nosotros que formamos parte de ese todo que inexorablemente muta, estamos unívocamente condenados a mutar. ¿O estaría mejor decir "destinados"?

Si el cambio es una condena, no lo creo, ¿qué sería entonces una existencia estática? La auténtica maldición es verse privado del cambio, aunque en ocasiones muchos nos neguemos a aceptarlo. ¿Cuál es la condena del vampiro por su "vivir a costa de la muerte"? ¿Qué peor sentencia puede merecer la existencia más execrable que se pueda imaginar sino la inmutabilidad? Y sin embargo nuestro intelecto, resistiéndose a los principios del universo con frecuencia ve en ello la virtud. Una realidad comparable al sentimiento de quien queda atrapado en el tiempo, dejándose devorar por el tedio y la desmotivación, sin una meta o propósito, sin un futuro... sin un pasado.

1 comentario:

nestor dijo...

Me ha gustado lo de "entrópicamente desfavorable" sisisi Osquitar, buen desarrollo sí señor. Me gustaría añadir como tú bien has señalado en "mutación vs permanencia" que la termodinámica en sí misma ya define el FIN, el apocalipsis del universo, sin grandes explosiones, ni quejas de ningún tipo, porque al fin y al cabo ese es su destino y el de todos: es lo que toca...no?Todos lus fuegos se apagan (excepto lo de la leyenda del zaratrusta ese)... al final todo se apagará lentamente y en silencio. Y en último momento, dentro de ese frío tan enorme, los últimos átomos y vestigios de lo que "era" se acabarán por convertir en calor. Y puf... todo lo que un día fue una habitación de juegos superdivertida se acaba por convertir en un sitio hostil y aburrido, por no contar lo de que el tiempo deja de ser lo que era. O sea que hay evolución en todo, nada de permanencia, como bien decías.
Un abrazo chatín, este tema tenemos que hablarlo face to face.