
Hace unos meses leí una biografía de Salvador Dalí. Escrita por Luis Llongueras, nada menos. Sí, yo también me quedé sorprendido al ver la contraportada del libro, sin embargo mucha gente escribe ahora y consigue editoras que publiquen sus obras. Además, la labor de escritor no está reñida con la de estilista, aunque supongo que las ideas preconcebidas pueden con todos.
Parece fácil triunfar en el mundo teniendo frente a los ojos el recorrido de alguien que ya lo hizo antes. Debe ser otra de las curiosidades del pensamiento moderno (quizá del antiguo también, pero siempre he pensado que antiguamente la gente confiaba más en sus propias posibilidades); todo parece más fácil de lo que es, más sencillo, más directo y más barato de lo que en realidad lo es. Una chispa nos puede hacer ascender a lo más alto, pero también arrojarnos al vacío. Precipitarse por un acantilado no viene siendo una aspiración muy común. La gente lo que quiere alcanzar es lo otro. Ahora, ¿cómo hacerlo? Supongo que la respuesta no viene dada espontáneamente de natural y a muchos les lleva la vida entera, si no más.
Yo muchas veces me he planteado cómo conseguirlo. Me he visto de mil maneras. De pequeño soñaba con dibujar. No lo hacía mal. Sin embargo nunca llegué a tomarlo con la seriedad que quizá requería. Sencillamente se trataba de una manera inocente de sacar parte del potencial que todos llevamos dentro. La creación era mi bálsamo, la misma recompensa. No necesitaba más. Con el tiempo ese potencial fue transfigurando. Sólo quería crear y el dibujo tan sólo podía ofrecerme una materialización parcial de aquella fuerza que me daba la vida. La escritura llegó a mis manos como un nuevo instrumento de realización. Me permitía plasmar ideas y sentimientos de un modo más concreto a la vez que suponía un medio más accesible a todo el mundo. Quizá demasiado accesible. Pero ceñirme a las palabras me oprimía, mermaba mi total apertura porque aquellas ideas, aquellos pensamientos que yo buscaba exteriorizar quedaban limitados a las reglas de la gramática, de la fonética y de la ortografía. Encontré entonces la música, que vino a superar a las anteriores tanto en expresividad como en complejidad.
Parece fácil triunfar en el mundo teniendo frente a los ojos el recorrido de alguien que ya lo hizo antes. Debe ser otra de las curiosidades del pensamiento moderno (quizá del antiguo también, pero siempre he pensado que antiguamente la gente confiaba más en sus propias posibilidades); todo parece más fácil de lo que es, más sencillo, más directo y más barato de lo que en realidad lo es. Una chispa nos puede hacer ascender a lo más alto, pero también arrojarnos al vacío. Precipitarse por un acantilado no viene siendo una aspiración muy común. La gente lo que quiere alcanzar es lo otro. Ahora, ¿cómo hacerlo? Supongo que la respuesta no viene dada espontáneamente de natural y a muchos les lleva la vida entera, si no más.
Yo muchas veces me he planteado cómo conseguirlo. Me he visto de mil maneras. De pequeño soñaba con dibujar. No lo hacía mal. Sin embargo nunca llegué a tomarlo con la seriedad que quizá requería. Sencillamente se trataba de una manera inocente de sacar parte del potencial que todos llevamos dentro. La creación era mi bálsamo, la misma recompensa. No necesitaba más. Con el tiempo ese potencial fue transfigurando. Sólo quería crear y el dibujo tan sólo podía ofrecerme una materialización parcial de aquella fuerza que me daba la vida. La escritura llegó a mis manos como un nuevo instrumento de realización. Me permitía plasmar ideas y sentimientos de un modo más concreto a la vez que suponía un medio más accesible a todo el mundo. Quizá demasiado accesible. Pero ceñirme a las palabras me oprimía, mermaba mi total apertura porque aquellas ideas, aquellos pensamientos que yo buscaba exteriorizar quedaban limitados a las reglas de la gramática, de la fonética y de la ortografía. Encontré entonces la música, que vino a superar a las anteriores tanto en expresividad como en complejidad.
1 comentario:
Creo interesante plantearte un juego/reto: transmitir un sentimiento utilizando los 3 elementos a la vez. Algo así como un texto acompañado de dibujos que debe ser disfrutado a la par que suena una pieza musical tuya. ¿Podría así expresarse una emoción compleja o por el contrario los elementos que la componen se interferirían? Saludos desde el Sur!
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