jueves, 24 de junio de 2010

La corbata como símbolo de transgresión

Parece de Perogrullo afirmar que no solo la ciencia y la tecnología evolucionan. También lo hacen los idiomas, la literatura, el arte, las costumbres, la cocina… De hecho, lo extraño es sin duda encontrar un ámbito de la vida que permanezca inamovible. En algunas disciplinas, fundamentalmente las de ámbito científico, esta evolución puede considerarse de algún modo unidireccional. El desarrollo de la ciencia se fundamenta en el conocimiento del mundo y de la realidad, en su estudio, en la explicación de sus fenómenos y en la predicción de sus consecuencias. El resto de “campos del conocimiento”, y entiéndase con esto todo lo que atañe al ser humano en su esfera psicológica y social, han mostrado un desarrollo más ambiguo. En este aspecto, el propósito ya no es dar con la verdad absoluta, puesto que el mismo concepto de verdad carece de total significación. Comprendido esto, la variedad de opciones y posibilidades de maniobra se vuelve casi infinita. De lo que se trata es de experimentar, de seducir, de convencer, aunque solo sea temporal o provisionalmente.

Ahora bien, seducir no es satisfacer, al menos no plenamente. La obra definitiva, aquella que resulta indiscutible, insuperable no solo es un engaño en el sentido de utopía, sino que, ante todo, es un fin a todas luces indeseable. Y es que la meta ya no es sentar cátedra, no es dar con la obra maestra universal incontestable, sino concentrar la atención y mantener el deseo hasta que algo nuevo ocupe su lugar.

Quizá uno de los terrenos en los que, por su carácter cambiante y siempre pasajero, más recodos podemos encontrar sea el de la moda. Muestra de ello son las expresiones del tipo “este año vuelve a llevarse”, “para la próxima temporada volverá a verse”… Es probable que ciertas prendas o tendencias regresen a las calles cada cierto tiempo, pero el concepto y el contexto social no permanecen en absoluto inmutables. El uso de la corbata junto con el del sombrero son probablemente las muestras más evidentes de cambio y evolución que el terreno de la moda, junto con el de las normas de educación y urbanidad, ha experimentado en las últimas décadas.

Si la corbata se instauró en un principio como marca inconfundible de la corrección en el vestir, muestra de educación y formalidad, actualmente es considerada en muchos contextos como un elemento anecdótico, concluyente y cargado de connotaciones. Resulta curioso que la corbata, en un pasado reciente prenda convencional e indispensable, haya experimentado tal giro para convertirse así en símbolo de transgresión, ya no por innovadora sino por clásica.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Carmen mixturae


Яблоко, зелёный привет!
Валюта золотого качества,
дыхание вкусного торжества,
сладкий да ядерный цвет.

Deus intellego fecit me,
quod scientia sui magnum sit.
Hoc natum est ex pectore
ut suum decretum fert me hic.

martes, 4 de mayo de 2010

Soneto I


Sangre, tinta, hemorragia de palabras
rojas, rojas como las fresas
que, con metálica ternura, besas,
siembras, socavas, podas y labras.

Leche, versos, miel de letras,
sonora jalea, que halagas,
armónica luz, que embriagas
la dulce mirada que, hiriente, penetras.

Hoy el cielo parece tierra;
la luna se pierde en mitad del suelo,
las aves se ocultan bajo las piedras.

Hoy la tierra parece cielo;
en medio de un lodazal de estrellas
las nubes se enredan en los almendros.

jueves, 14 de enero de 2010

Retrospección



Hoy era día de limpieza de ordenador. No por fuera. De haber sido así no podría hablar de ello como de algo extraordinario, o al menos no más extraordinario que cualquier otra tarea cotidiana, semanal o no. Lo cierto es que he estado reorganizando la carpeta de Mis Documentos. Supongo que a todos nos ocurre: uno va creando, escribiendo, indagando... y, a no ser que se revisen los archivos con cierta periodicidad, termina habiendo demasiadas cosas, no siempre ordenadas, no siempre útiles y no siempre actuales.

Eliminando cosas de aquí y de allá he dado con un documento que quería publicar antes de deshacerme de él irrevocablemente. Podríamos hablar de un viaje al pasado, de una especie de cápsula del tiempo capaz no solo de evocar a una velocidad frenética todo lo que he avanzado desde que se creó, sino de recordarme todo lo que aún me queda por recorrer. Tanto por lo uno como por lo otro he de sentirme profunda y sinceramente agradecido.

"No sé si soy la primera persona en la Tierra que se ha planteado alguna vez viajar a la Chipampa a cursar la carrera de traducción e interpretación de español en lugar de quedarse en nuestro país con la carrera de química a medias. Dios libre a los arquitectos, ingenieros aeronáuticos, de caminos, aeroespaciales, de obras públicas, de cestería y cualquiera de sus variantes, pero la carrera de química también tiene su tela. Estamos de acuerdo en que probablemente un estudiante de química duerme más que un arquitecto o ingeniero, estamos de acuerdo en que su vida seguramente no gira al 98% en torno al mundo de la química, y estamos de acuerdo en que terrenos como el de la topografía y el cálculo de estructuras no los pisa ni por espejeras, pero la carrera de química también tiene su tela. Y llámese vector de fuerzas, llámese función de partición, al fin y al cabo ¿no estamos hablando de lo mismo? La respuesta es no.

Todo el asunto venía a que uno puede elegir estudiar algo sencillo o algo complicado, queda al criterio de cada cual hasta qué punto cuentan las salidas profesionales, la vocación personal o el futuro sueldo en complicarse la existencia más o menos con unos estudios u otros. Lo que no está bien es que yo me vaya a otro país para matricularme en asignaturas de español y le quite la matrícula de honor a un pobre niño que se ha matado estudiando (por cierto, detengan a esa rusa, me ha quitado la matrícula). Y sí, seguramente pueda achacarse al resentimiento, que no me queda poco todavía, pero mirándolo desde una perspectiva neutral, hay cosas que no se deben hacer."

sábado, 2 de enero de 2010

Acto poético (24 de diciembre de 2008)


La Navidad es probablemente la fiesta más cruel del año. No porque naciera con ese propósito o porque sea ése el fin por el que la conservamos. Nosotros la hemos convertido en un acto cruel y a menudo desconsiderado.

Es bueno encontrar un hueco al cabo del año para reunirse con toda la familia, para regalar felicidad a los amigos, para los buenos deseos y las frases dulces. Quizá no debería buscarse únicamente el pretexto de la navidad para hacer todas estas cosas, pero ya que se tiene no está de más sacarle partido durante unos días. Pocas personas sería capaces de mantener el espíritu navideño durante todo el año. Para todas las demás nos son necesarios unos días de vacaciones para jugar a sentirse mejores personas.

Sin embargo, es cruel, aunque quizá sin la intención consciente de serlo. Es cruel pasear la felicidad ante el sufrimiento y la tristeza de tantos otros. Es cruel fingir indiferencia, querer dar la impresión de que si en casa va todo bien, el mundo es pura alegría, buscar la ostentación en un vano intento de hacer todavía más brillantes estos días o guardar las sonrisas sólo para los nuestros.

Un abrazo, una caricia, quizá un gesto invisible puede hacer que nos sintamos más cercanos, no a nuestra familia o amigos, sino tal vez al ser humano en su infinita riqueza.

En navidad muchos somos un poquito más felices. Otros nos reencontramos con el vacío y las carencias que quisimos ocultar a nuestros ojos. Unos y otros encontramos un motivo para crecer, una llamita que se enciende en nuestro interior, o una fría espina que nos recuerda lo vulnerables que somos.

La navidad es para los deseos, el año nuevo para los propósitos. En mi caso unos y otros a menudo se entrelazan inevitablemente porque con el tiempo aprendí que, aunque es posible recibir sin dar o hacer nada a cambio, no es lo correcto.

Por quien se encontró solo en mitad de la felicidad, por quien la perdió en el camino, por quien no tuvo con qué comprarla, por quien no tuvo tiempo para disfrutar de ella, por quien no encontró con quién compartirla… por quien la alcanzó y no supo qué hacer con ella.

Comparte el contenido de esta carta con tantas personas como quieras, pero guárdala hasta que llegue el momento como guardarías un tesoro. El acto poético ha llegado a ti. Escribe tus vivencias, tus ilusiones, tus sueños y regálaselos a un desconocido.

Déjate sorprender por cada instante de la vida. No te refugies en el ayer y deja de actuar condicionado por el mañana que esperas. En el hoy, y en ningún sitio más, es donde nos está permitido vivir.

La poesía es un acto

viernes, 27 de noviembre de 2009

Schopenhauer en la forma, Osha en el contenido

“Χαλεπά τά καλά” o “lo noble es arduo”, que diría el filósofo. ¿Y qué hay más arduo en los tiempos que vivimos que el crear, el construir? En mitad de una sociedad en la que subyace la apología de la destrucción, no como fin pero acaso sí como medio, el proceso creativo a menudo queda dotado ante los ojos mortales de una naturaleza exótica, extraordinaria, como si de una especie de milagro inexplicable se tratara. Quizá sea precisamente ésta una de las disyuntivas principales entre la labor divina y la humana. Mitológicamente, se ha representado a Dios como aquél que crea, que construye, que configura, mientras que al género humano ha parecido encomendársele la tarea de eliminar, de destruir, de desfigurar. Ambas acciones, tan contrapuestas, parecen surgir en parte como medio, como herramienta mediante la cual alcanzar cierto fin, en parte como producto directo de la naturaleza de quien las lleva a cabo. De este modo podríamos incluso hablar de una naturaleza divina creativa a la vez que de una naturaleza humana destructiva. Por supuesto, al igual que se establece entre el ying y el yang, sería un error diferenciar un ámbito plenamente constructivo de otro plenamente destructivo. Es precisamente la introducción del impulso constructivo, creador o creativo en la naturaleza humana lo que dota a quien lo expresa de cierto halo divino, extraterrenal.

Precisamente, el acto creativo, al menos el que nos ocupa, es decir, el humano, requiere de cierto trabajo intelectual, de un proyecto firme, de una planificación previa, mientras que el acto destructivo se produce de cualquiera de las maneras, sin orden ni concierto, de forma espontánea, como lo reflejan los principios de la física. Destruir se puede hacer de infinitos modos, mientras que construir solamente se puede de unas pocas formas, y éstas disminuyen a medida que el resultado al que se quiere llegar, el propósito final, es cada vez más concreto. Este comentario queda ejemplificado con la sentencia: “Un vaso puede destruirse de muchas maneras, pero solo puede construirse de una”. Por supuesto, el acto destructivo también exige cierta dosis de inteligencia. Es este el mismo motivo por el que tan solo una persona lo suficientemente inteligente puede llegar a ser realmente malvada. La auténtica estupidez viene siempre impregnada de cierta inocencia, no porque esté emparentada con la bondad, que de bondadosos han sido erróneamente calificados muchos comportamientos carentes de inteligencia. El estúpido está dotado, podría decirse, de la misma inocencia de la que gozan la roca, el pólipo o el helecho.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Parafraseando a Bach


Anton Webern, compositor de vanguardia en el siglo XX dijo, no exento de razón, que "todo sucede en Bach". No es de extrañar, sus más de mil obras (1127 oficialmente catalogadas hasta el momento) así lo testimonian. Bach es Dios, diseñador y arquitecto de todo un universo formal, armónico y contrapuntístico. En Bach se alcanza el paroxismo barroco: multitud de voces o partes que se mueven y desarrollan independientemente para, en conjunto, constituir un todo exultante en el que todo encuentra su lugar encajando a la perfección, como la sofisticada maquinaria de un reloj suizo.

De todos modos creo que, igualmente, todo o casi todo está ya dicho al respecto de este genio de la música. La bibliografía referida a él es extensa y no se ha escatimado en palabras, artículos, opiniones... Bach a día de hoy, casi 260 años después de su muerte, sigue estando en el candelero. Así que probablemente el mejor tributo y la mejor manera de comprender tácitamente de lo que se está hablando sea recuperando, una vez más, el legado que nos dejó a todas las generaciones posteriores a él, pero también a las venideras que nos tomen el relevo cuando nosotros ya no estemos aquí. Yo, personalmente, lo considero uno de los motivos por los que la desaparición del género humano supondrá una tremenda pérdida. Todavía queda para que eso ocurra, pero esta música bien vale un lamento anticipado.