lunes, 14 de septiembre de 2009

Manifiesto poético (8 de mayo de 2009)


A veces nos empeñamos en asociar la poesía con un mundo de ilusiones, con una realidad impracticable a la que jamás tendremos acceso. La poesía envuelve el mundo, empapa su corazón más interno y cubre sus detalles más superficiales. Solo hay que recurrir a ella para arrancarla de su letargo.

La poesía puede hallarse por igual en la inmensidad del cielo, en la espesura de un bosque, en una orquídea... en un pimiento. Resultaría fácil con solo decirlo, pero nadie nos creería. En ocasiones la gente necesita que se le muestre aquello de lo que duda. Necesitan poder decir: "Es cierto. Yo lo vi con mis propios ojos". Necesitan una prueba objetiva que les demuestre que no están locos. Un testimonio, una fotografía, un artículo de prensa o pronto ese encuentro con la poesía caerá de nuevo en el olvido.

A menudo la gente vive feliz porque su vida se limita al cuchillo y al tenedor. Pero en un lugar recóndito del universo hay también sitio para una cuchara. "Un pimiento... ¡Esto no es poesía!" Estamos tan familiarizados con lo que vemos cada día que nos volvemos ciegos ante todo. Cuando hablo de peces me imagino el mar; cuando hablo de aves me imagino el cielo. Basta con ver una hilera de pimientos en una calle para que el vegetal libere toda la poesía que llevaba dentro.

Una persona que pasea un pimiento es un loco; dos personas que pasean un pimiento, un par de locos. Y así nos rodeamos de prejuicios a medida que crecemos y nos hacemos mayores. El corazón de un adulto a menudo se parece a un pimiento. Es rojo por fuera y hueco por dentro. Pero no es joven ni ligero porque la idea de un mundo gris lo hace envejecer rápidamente. Más de uno querría para sí un corazón de pimiento, verdura dulce y fresca.

Un pimiento parece algo inútil, estúpido. "El pimiento es la cosa más tonta del mundo"- podemos pensar mientras nos lo comemos. Muchas veces perdemos el norte al opinar sobre las cosas. Menospreciamos aquello que no comprendemos en lugar de pensar en el sentido que tiene. Volver la cabeza y fingir no haber visto nada es una actitud muy cómoda. Cualquiera está preparado para entender la poesía y la postura de quienes la niegan da sentido a nuestra causa.

El acto poético ha llegado a ti. Déjate sorprender por cada instante de la vida. No te refugies en el ayer y deja de actuar condicionado por el mañana que esperas. En el hoy, y en ningún sitio más, es donde nos está permitido vivir.

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