viernes, 13 de febrero de 2009

Poema semiautomático


Tomo un pimiento con la mano;
Veo su color clavarse en mi cara.
Aterrado, lo arrojo al suelo.
La verdura, presta y brava,
defendiendo su dulce pureza
quiere embestirme con su verde asta.
Si lo piso se vuelve manso,
si lo beso me muerde con saña.

Si pudiera sentirte palpitar
en el fondo de mi pecho…
Si escupieras sangre a borbotones
sobre las campiñas de heno…
Asiría con empeño ese brazo
que, por no escapar de tu cuerpo,
cede su forma y su esencia
como las cede un río a su lecho.

El cielo azul cobalto viola
tu superficie de rojo objeto terráqueo.
Qué hermoso el verbo violar
cuando no es sino convertir en violáceo.
Y correr por entre las calles
deleitándonos con su aspecto calcáreo.
Y soñar con que el tiempo no pasa,
y soñar con un mundo instantáneo.

2 comentarios:

Ocnebius dijo...

Me ha encantado la "agresividad" del verde pimiento, jejeje. Hablando en serio, bonito poema (desde mi poco entendimiento). Preciosa la concepción del verbo "violar" como "hacer violeta", es muy gráfico y tiene un aire no sé... ¿añejo? ¡Saludos desde el Sur!

beatriz dijo...

Nuestro querido amigo el pimiento...¿le ponemos unas alas? Tengo una propuesta mejor, pongámonos nosotros unas alas y volemos por el cielo violáceo o el horizonte infinito sin mirar más atrás de unas horas o unos minutos, dejando lejos aquello que debió perderse en el olvido
¡Quiero unas alas! reivindico mi derecho a tener unas alas aunque sean pequeñas, casi minúsculas y me permitan volar con mi imaginación...